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Roberto Vargas/ Revista Viajes. Isabella Vargas practica el surf en playa Hermosa.
  • Un reconocimiento que fortalece la conservación marina y el turismo sostenible de este destino ubicado en el Pacífico Central de Costa Rica

Por Ileana Fernández Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Playa Hermosa, en Garabito de Puntarenas, acaba de hacer historia. Su designación como la Primera Reserva Mundial del Surf en Centroamérica marca un hito que va más allá del deporte: fortalece la conservación marina, impulsa un turismo responsable y posiciona a la comunidad como un modelo de desarrollo sostenible. La distinción, otorgada por Save the Waves Coalition, la alinea con destinos de renombre como Malibú (EE.UU.), Pichilemu (Chile) y Guarda do Embaú (Brasil).

Laura Zumbado, directora de la Reserva Mundial del Surf, lo resume con orgullo: “No es solo un reconocimiento a las olas, es un compromiso con la gente, con la naturaleza y con el futuro de Playa Hermosa.” El logro fue el resultado de un esfuerzo entre vecinos, surfistas, organizaciones ambientales, la Municipalidad de Garabito y el Área de Conservación Pacífico Central del SINAC.

El surf es el corazón que late en Playa Hermosa. Un estudio reveló que esta actividad genera más de $14 millones al año, consolidándose como motor económico y fuente de empleo. Restaurantes, hospedajes, escuelas de surf y supermercados encuentran en las olas su razón de ser. “Si las olas cambian, cambia todo. Por eso debemos protegerlas”, advierte Zumbado

Su costa, que va desde Punta Mala hasta la roca del extremo norte, alberga cuatro especies de tortugas –una en peligro de extinción– y una biodiversidad marina y terrestre de gran valor ecológico. La reserva promueve prácticas sostenibles en el desarrollo urbano, evitando modelos invasivos y apostando por un crecimiento armónico.

Álvaro Solano, multicampeón nacional, describe a Playa Hermosa como un “estadio natural del surf” y destaca su aporte a la comunidad: “Aquí vivimos del surf. Desde escuelas hasta supermercados, todos estamos conectados a las olas.”

Uno de los espacios que refleja ese espíritu es Surf Dojo, una organización que entrena atletas y transforma vidas. Con más de 150 niños beneficiados, el programa ofrece becas, entrenadores, transporte y acompañamiento. Gustavo Rodríguez, preparador físico, explica: “Queremos formar deportistas fuertes, pero también seres humanos resilientes, con valores.” La clave está en la infraestructura única de Surf Dojo, como la rampa de entrenamiento –una réplica de una ola real–, diseñada en colaboración con el vecino Roberto Vargas. Jair Pérez, entrenador y encargado de la rampa, resalta el propósito del proyecto: “El surf es una herramienta para enseñar a soñar. Muchos chicos aquí ven en el mar una oportunidad de vida.” Marco Menéndez, uno de los niños del programa, asegura que lo que más le emociona es “la pasión de los entrenadores y las playas que conocen”


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