Por Karen Retana
Hay historias que se construyen con sacrificio, perseverancia y una convicción inquebrantable de que el cambio empieza desde adentro. La historia de Karen Fallas, fundadora de Ocotea Boutique Hotel en Monteverde, es una de ellas. Más que una emprendedora en el sector turístico, Karen es una mujer que desafió los obstáculos para transformar su entorno, marcar una diferencia y convertirse en un ejemplo para otras mujeres que sueñan con emprender.
Su camino comenzó desde la niñez, cuando descubrió el valor del trabajo gracias a los principios que le inculcaron sus padres. “Desde niña siempre tuve la iniciativa de trabajar y poder ayudar de una u otra manera a mi familia”, recuerda. Creció en un hogar donde los ingresos se cuidaban y aprendió a valorar el esfuerzo propio y el de los demás. Fue precisamente el trabajo de su madre, limpiando la casa de una familia extranjera, lo que le permitió aprender inglés, una herramienta clave que años después sería fundamental en su carrera turística.
A los 18 años se trasladó a San José para estudiar y trabajar, con el apoyo de una prima a quien describe como otro gran ejemplo de perseverancia. A los 21, decidió volver a Monteverde para estar cerca de su familia. Poco tiempo después, enfrentó uno de los giros más importantes de su vida: su embarazo. “Fue el motor que impulsó mi vida a ser más fuerte de lo que ya era”, afirma. Con apenas 22 años y su hija Valeria en brazos, inició un camino de independencia que marcaría el inicio de su verdadera transformación.
Continuó trabajando en hotelería, y cuando su hija tenía solo seis meses, tomó una decisión que marcaría un antes y un después: comprar un terreno cerca de sus padres. Años después, con ahorros, apoyo familiar y un crédito bancario, construyó su propia casa. A los siete años, ella y su hija ya eran completamente independientes.
Pero Karen no se detuvo. A finales de 2007, después de años de trabajar con dedicación para una empresa turística, decidió dar el salto hacia el emprendimiento. Con el apoyo de su familia y con su fe siempre puesta en Dios, nació Ocotea Tours & Transfers. Cada miembro aporta algo: desde el nombre, el logo, hasta el diseño gráfico. “Juntos esa tarde logramos el logo de Ocotea Tours... ya estaba listo”, recuerda con orgullo.

La operación comenzó en marzo de 2008 con el apoyo de dos agencias de viajes que aún hoy siguen siendo socios estratégicos. Así empezó su recorrido como empresaria formal en Monteverde, ofreciendo experiencias turísticas auténticas, con un enfoque humano y comprometido con la comunidad.
En 2015, surgió una nueva oportunidad: adquirir una propiedad con una casa, un apartamento y una cochera, con la visión de convertirla en un hospedaje para visitantes. El proyecto evolucionó con los años y, en plena pandemia, cuando el turismo mundial se paralizó, Karen y su hija decidieron construir Ocotea Boutique Hotel. “Construimos el hotel durante la pandemia y con cero ventas logramos salir adelante con la construcción, siempre priorizando lo necesario y lo que podíamos hacer”, explica.
Los desafíos no fueron pocos. A la presión económica se sumó un entorno tradicionalmente machista, especialmente en el ámbito de la construcción. “Las personas con quien tenía acercamiento no me daban la importancia o la seriedad por el simple hecho de ser una mujer soñadora”, confiesa. Sin embargo, supo mantenerse firme, demostrar con hechos que su proyecto era real, y rodearse del apoyo institucional necesario para avanzar.
A lo largo del proceso, Valeria, su hija y hoy profesional en administración de empresas fue una aliada fundamental. Juntas han convertido a Ocotea en un proyecto familiar sólido, que hoy brinda empleo, impulsa la economía local y promueve un modelo turístico sostenible. “Ella ha sido parte fundamental en mi proyecto de vida y ahora juntas como empresarias valientes estamos logrando la meta”.
Para Karen, Monteverde no es solo un lugar: es su raíz, su inspiración y el reflejo de su filosofía de vida. “Para Monteverde la sostenibilidad es un estilo de vida, que como comunidad seguiremos fortaleciendo en futuras generaciones”, señala. Esa esencia está impresa en cada rincón del hotel, donde la atención personalizada, el vínculo con los clientes y la calidad humana son parte de la experiencia.
Ocotea Boutique Hotel se distingue no solo por su estilo y diseño —desarrollado con el aporte de un primo diseñador de interiores—, sino por su enfoque auténtico. Aquí, el huésped no es solo un visitante: es parte de una historia que se vive desde el momento en que cruza la puerta. “Queremos que el huésped se sienta como en casa y no solo en un establecimiento de hospedaje”.
A otras mujeres que buscan emprender, Karen les deja un mensaje poderoso: “Los límites los creamos nosotras, solo necesitamos determinación y una meta clara”. Con los pies firmes en la tierra, los ojos puestos en el futuro y el corazón lleno de gratitud, su próximo objetivo es consolidar la marca Ocotea Group como referente en el turismo costarricense.
La historia de Karen Fallas es, sin duda, una inspiración para toda una industria que, en t iempos difíciles, necesita recordar que con determinación, raíces firmes y amor por lo que se hace, los sueños se pueden construir… incluso en medio de una tormenta